Dimensiones de la Crisis
Otro mundo
¿es realmente posible?
¿es realmente posible?
Víctor M. Toledo
Primero fue la crisis social la que generó conciencias, reacciones, iniciativas diversas, protestas. Después se agregó la crisis ecológica y la energética. Hoy ha hecho su aparición la crisis financiera, y los defensores de la situación se quedan sin baldes para sacar el agua del buque que se hunde.
Estamos entrando a la fase terminal de la civilización industrial, tecnocrática y capitalista, en la que las contradicciones sociales y ecológicas se agudizan. Dos fenómenos encabezaban esta crisis de civilización: el calentamiento global y el fin de la era del petróleo. Ahora debemos agregar la crisis provocada, y largamente anunciada, por la voracidad insaciable del capital.
El ser humano ha estado presente en el planeta desde hace 200 mil años, en la historia de la Tierra. Durante la mayor parte de ese lapso, el hábitat planetario ha sufrido una creciente presión por parte de la especie humana. Sin embargo nada es comparable con lo ocurrido en los cien años recientes, un periodo que equivale solamente al 0.05 por ciento en la historia de la humanidad. La población humana, por ejemplo, se incrementó más de cuatro veces entre 1900 y 2000, al pasar de 1.6 mil millones a más de 6 mil millones. Ello supone la llegada cada año al planeta de 77 millones de nuevos seres humanos.
La energía utilizada en el siglo XX ha sido mayor que la utilizada a lo largo de toda la historia de la especie, y diez veces mayor a la usada en los mil años previos. El uso del agua se elevó nueve veces; el incremento del bióxido de carbono (CO2), el principal contaminante atmosférico, fue de 13 veces, y las emisiones industriales de ¡40 veces!.
La extracción y el consumo de metales (cobre, zinc, manganeso, cromo, níquel, magnesio, estaño, molibdeno y mercurio) han tenido un crecimiento espectacular en los cien años recientes, ésto conlleva a su vez el uso de sustancias tóxicas, el uso y contaminación del agua y el movimiento masivo de materiales. Otros crecimientos vertiginosos son el de los vehículos automotores y el de las reses o cabezas de ganado, así como el de las poblaciones de la fauna que acompaña al ser humano (moscas, ratas, cucarachas, etcétera) y, recientemente, el de la información global por medio de los sistemas de cómputo y las telecomunicaciones.
Por cada dos seres humanos que nacen al año se construye un auto. El auto produce 15 por ciento de los gases que contaminan la atmósfera, su construcción produce entre 15 y 20 toneladas de residuos, y cada año los accidentes automovilísticos matan a un millón de seres humanos y dejan heridos entre 25 y 35 millones.
La expansión de la ganadería vacuna ha sido la causa principal de la destrucción de millones de hectáreas de selvas tropicales. Con poblaciones cercanas a las de los seres humanos, los autos y las reses, los dos principales engendros de la invención humana del siglo pasado, compiten ya con sus creadores por los alimentos.
Dos fenómenos destacan: el mayor poder de transformación adquirido por los seres humanos a partir del uso de los combustibles fósiles (incluyendo la energía nuclear) y la lógica o racionalidad la cual está basada en la acumulación, concentración y centralización de capital.
La cantidad de alimentos, energía, agua, materiales de construcción y desechos que cada individuo utiliza y expide a lo largo de un año puede ser calculada mediante un índice conocido como la "huella ecológica" creado por M. Wackernagel y J. Rees, en 1996.
Con la consolidación del capitalismo industrial, el hábitat planetario ha entrado en una fase crítica de aceleración y descontrol. Los fenómenos globales inducidos por la civilización industrial, han traído un sinfín de ventajas y nuevas e inimaginables posibilidades, pero también han hecho del hábitat planetario un espacio cada vez más inseguro, incierto y peligroso.
La destrucción de la biodiversidad, el agua cada vez más cara y escasa, el aire y los mares contaminados, los alimentos insanos, las substancias y las tecnologías peligrosas, así como los cambios climáticos inesperados y catastróficos, se combinan ya con los quiebres de empresas y corporaciones, las recesiones económicas y la devaluación de las monedas.
Si hay fuerzas que enarbolan el lema de que "otro mundo es posible", es decir que las crisis son superables, entonces ese mundo visualizado debe construirse sobre la justicia social, el respeto a la naturaleza, la re-configuración de los sistemas financieros, el cambio de fuentes energéticas, etc.
Frente a las crisis, un proyecto alternativo, está obligado a dos cosas: a organizar la resistencia ciudadana, y a construir el poder social. Ambos se encuentran indisolublemente ligados.
El poder social se construye poniendo en juego tres elementos: la solidaridad, la organización y el conocimiento científico y tecnológico, en proyectos concretos. Esto empieza desde la familia. Cada uno de ellos es necesario pero no suficiente. Ello implica la disminución de el riesgo al que los ha condenado a vivir la sociedad dominada por el capital.
Si "otro mundo es posible" éste será el de una "democracia solar" participativa e incluyente, una tecnología que imite los pulsos de la naturaleza, un conocimiento holístico donde pensar y sentir sean las dos caras de la misma esfera, un sentido de equidad que incluya al resto de los seres vivos y una sociedad sustentable dominada por formas de vida orgánicas. Estamos ante una tarea descomunal y urgente. Ese es el tamaño del reto.
COMENTARIO:
Éste artículo tiene mucha razón en cuanto a que nosotros los seres humanos estamos tan enfocados al capitalismo que nos olvidamos de lo que realmente tenemos que ocuparnos, que es cuidar el planeta, nuestro entorno, pero somos tan egoístas que muchos preferimos seguir usando automóviles que contaminan demasiado, a al menos no usarlo algunos días e ir en transporte para que la contaminación sea menos, claro es incómodo pero he ahí donde entra el pensar sólo en nosotros.
Nuestra vida está tan acostumbrada a lo sencillo, como por ejemplo a usar plásticos, detergentes, cosas que son muy tóxicas al ambiente pero no nos damos cuenta de eso, caemos en el consumismo de los productos bonitos y baratos.
Algo que es insoportable de la gente es cuando tiran basura en la vía pública, crean más focos contaminantes, eso es desagradable. La mayoría de esa gente que lo hace es ignorante de lo que está causando, muchas veces he oído decir: - es sólo un papelito - sí, pero si cada uno de los que lo hace piensa igual por eso las calles están tan sucias. Nada nos cuesta tirar la basura en su lugar, o si no hay un contenedor lo de menos es guardarla y desecharla en la casa.
Como dice el artículo, tenemos que inculcar desde la familia el poder social, en el cual tiene que haber solidaridad, respeto, organización y conocimiento, para que así dejemos de hacerle daño al planeta con nuestras actitudes egoístas y capitalistas.
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